SOBRE MI

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Sin duda, la vida en las islas no es fácil: la ardua competencia laboral, la incertidumbre de palabra, y la corrupción en tantas esferas sociales e institucionales (privadas e públicas) siempre dejan un sabor amargo en el paladar.  No obstante, todo tiene su contrapeso. La solidaridad boricua, la belleza de nuestras costas y la fortuna de vivir con la tecnología digital moderna hacen pasables los importunos sufridos.

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Nací en Puerto Rico antes de que el internet existiera y los teléfonos celulares fuesen concebidos, estudie usando libros “paperback” que costaban $15 cada uno, microfilm de periódicos, y libretas de papel en Estados Unidos con profesores sumamente dotados (Robert J. Art y James Kloppenberg en Brandeis) y tuve la buena fortuna de terminar el doctorado con Fernando Picó en la UPR-Rio Piedras, historiador par-excellence cuya bondadosa empatía le ganó el querer de toda la academia puertorriqueña. (Por mi parte, no soy tan bonachón y tiendo a denunciar las injusticias y las crasas corrupciones cuando las veo—por el cual me han llamado un “quejoso” :-D .) Otras influencias boricuas incluyeron los profesores Guillermo Baralt (conservador) y Francisco Moscoso (comunista)—“contradictorias” (pero ricas) que sean las mismas.

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Siempre fui nadador, desde muy pequeño, aprendiendo a competir en una piscina que estaba ubicada en los predios de los que ahora es el Centro de Convenciones. ( Los deportes son importantísimos para las democracias porque le ayudan a internalizar  la importancia de las reglas o el ‘rule of law'; no cuenta si  las violas.) Cuando en la escuela secundaria empezamos a nadar en la piscina olímpica de El Escambrón—una majestuosa piscina cuyas glorias y adjetivos de ‘Griega Clásica” o “Romana” no le hacen justicia. Le di la vuelta a la isla en Puerto Rico en bicicleta  durante una semana, quedándome a dormir en los predios playeros, en cementerios, y con bondadosas familias que amablemente acogieron este entonces vagabundo en Guayama y lares al interior de la isla.

Aprendi a amar el mar desde muy temprano, visitando a varias partes de la isla como Culebra, Aguadilla, Boquerón y Maricao, dejando un profundo sentido del amor a la tierra y la patria. Los flamboyanes cubriendo las carreteras, la vista a la isla de Desecheo, la vieja, lenta y muy placentera lancha de Cataño todos generaron inmemorables recuerdos que nostalgiamente hechaba de menos cuando estudie en Texas y Minnesota.

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Cuando descubrí en una tienda de libros usados, Half-Priced Books, en Austin Texas el libro The Discovery of Time (1964) de Steven Toulmin y June Goodfield supe que encontré mi llamado luego de haber estado un buen tiempo buscando que hacer en la vida.  Entender cómo fue se se amplió el entendimiento occidental sobre la profundidad del tiempo fue para mi una de las cosas más interesantes que jamás me habia topado, y no podia creer que tan pocos sabian sobre esta historia. (Mi disatifacción con la ausencia de cuenstionamiento filosófico en la escuela secundaria fue inmediatamente resuelta.) El tomar mi primer curso en la historia de la ciencia con Bruce Hunt (Universidad de Texas, Austin) cementó mi arduo interés, logrando identificar mi vocacion de vida.  

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Mis charlas y clases con Edwin Layton en la Universidad de Minnesota (Minneapolis) sobre la tecnología y el cambio cultural tambien me ayudaron a entender los complejos cambios que le han ocurrido a la isla durante el siglo XX. Layton nos demostró la falsedad de la noción que la tecnología es autónoma y se rige por ‘ciegas leyes’ (como la naturaleza); las reglas tecnológicas no son innatas sino sujetas a las sociedades que las usan—idea reforzada por otros académicos como Tim Wu y Langdon Winner (The Whale and the Reactor). Es por esta razón que Layton enfatizaba tanto la etica de la tecnología en sus clases—algo obviado completamente en Rusia e Israel.

He escrito once (11) libros,  decenas de articulos periodisticos y/o ciberneticos, al igual que múltiples portales y organizaciones buscando desarrollar y preservar este legado.

En fin, desde que descubri la historia de la ciencia y tecnologia, me he dedicado a explorar estos campos e ideas en Puerto Rico, el Caribe y América Latina—pese a cuán difícil que sea el encargo en la isla



© Rodrigo Fernos 2025