
¿Por qué fue que América Latina, o España por otro lado, no participaron en la Revolución Científica? ¿Cuál es la verdadera historia de la ciencia en Puerto Rico—sin excusas o cómodas medias-verdades? ¿Cuáles han sido las dinámicas de la difusión de la ciencia a Puerto Rico e, inversamente, cuáles han sido sus aportaciones?
Estas son las preguntas que pican mi curiosidad—asuntos históricos que parecen simples a prima facie, pero que extrañamente no han sido contestados adecuadamente, o ‘como Dios manda’, como diría mi fenecido padre. (Típicamente los historiadores tienden a tener una preferencia por “héroes” o “éxitos”. Una caracterización bien conocida en el campo es que los ‘fracasos’ tienden a ser obviados por los historiadores. Es mucho más fácil asociarse con el poder, el dinero o la fama que con otros segmentos de la sociedad.)
Peor aun, los más prominentes historiadores de la ciencia hispánica en Estados Unidos, rechazan estas preguntas como ‘etnocentristas’ o ‘racistas’: Jorge Cañizares Esguerra o Marcos Cueto por ejemplo. Pero, si somos honestos, esto es abandonar por completo el significado de la Revolución Científica. Meramente pretender que no existió es abandonar uno de los logros más importantes de la humanidad que se pretende estudiar.
La pregunta es ‘onerosa’ y ‘humillante’ porque es un reconocimiento implícito sobre algunas de las fallas de la cultura hispanoamericana. No obstante, tenemos que confrontar los hechos ‘tales y como son’; meras redefiniciones no ayudarán a nuestro genuino entendimiento sobre el asunto. Otras culturas que empezaron mucho más tarde en la búsqueda de la ‘modernización'—la japonesa por ejemplo—rápidamente adquirieron la ciencia y empezaron a realizar genuinas contribuciones (Premios Nobel) a este difícil campo, superando los esfuerzos latinoamericanos y puertorriqueños.
¿Por qué?...
-Rodrigo Fernos
18 de junio de 2025