¿Por qué hay peleas de gallos y no de gallinas?

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¿Por qué hay peleas de gallos y no de gallinas?



Si uno observa la gran mayoría de lugares de apuesta de competencia violenta entre animales, lo primero que se destaca es que casi siempre las luchas involucran competidores del mismo sexo masculino.  Consideremos las alternativas, y lo que esto sugiere de la conducta humana.  Si pondríamos un gallo (varón) con una gallina (hembra) no habría pelea.  Todo lo contrario; se empezarían a aparear sin fin.  Las posibles apuestas seria la misma todo el tiempo debido que todos sabrían el (muy predecible) resultado final; el dueño del local saldría en bancarrota al todos conocer el resultado.  Si pondríamos a una gallina con otra gallina, en vez de tirarse a golpes se pondrían a acarrear, contando todo tipo de chisme avario.  El dueño también saldría en bancarrota por la ausencia de competencia física.   Es solo cuando ponemos a dos varones juntos (dos gallos), es que estos se van a pelear físicamente para defender sus territorios de apareo para gallinas que de hecho no existen al no estar en la misma jaula.  Las gallinas, posibles focos de reproducción genética, existen solo en las mentes de los gallos.  (Es curioso notar que el gallo se apareara con un modelo de palo con gallina, con tal de que la cabeza se parezca al de la gallina.)   Las apuestas son posibles por el incontundible hecho de pelea, que no es el caso para las otras alternativas (gallo-gallina; gallina-gallina).  El dueño va a salir haciendo dinero por la indeterminancia del inevitable proceso: sabemos que indudablemente va a haber choque pero no sabemos quien va a salir ganando.  


Podríamos aplicar esta observación a la conducta humana, compleja que sea debido su masa craneal y peso cultural.  Todos los deportes más lucrativos tienen estas características; tienden a ser choques entre varones cuya naturaleza será intensa pero no-determinada: boxeo, fútbol, béisbol y baloncesto.  Más interesante aun es analizar la 'perspectiva del gallo' en el ser humano.  ¿Cómo vemos a otras personas?  


En este sentido, las feministas tienen toda la razón: hay una doble vara.  Se tiende a evaluar la conducta femenina por criterios muchos más suaves que la conducta masculina.  (Nuestra evaluación de la fémina será particularmente no-critica si esta es madre.)  La fémina puede literalmente cometer asesinato y la evaluaran suavemente,  como fue demostrado en la no-sentencia de le fémina policiaca (Zulma Díaz De León) que instigó el asesinato de Miguel A. Cáceres Cruz.  Mientras que el policía Javier Pagan Cruz fue a cárcel (inicialmente), la agente fémina no recibió sentencia.   El caso también demuestra la complejidad humana.  La fémina, sabiendo la predisposición del varón (que tiende a ser más grande) hacia la agresión a otros varones, lo utiliza para 'controlar el mundo'.  En efecto, ella manipula emocionalmente al hombre para realizar una fechoría que el varón, por su inconsciente afán genético en complacer la fémina, comete a su propio perjuicio.  Como la fémina fue una sutil participante del acto, su complicidad no es fácilmente comprobada y, por lo tanto, tiende a ser eximida de cualquier reprobación social en la mayoría de los casos.  Ella usa el varón como espada y escudo, protegiendo así 'en las sombras' sin su culpa ser detectada.  Mediante el proceso, el "honor" se desvirtúa de su función originaria hacia el bienestar común.


En el lado consciente, como humanos tendemos a hacer una que otra racionalización para justificar nuestra diferenciada evaluación de hombres y mujeres, sin percatarnos sobre los determinantes sociobiologicos (evolución genética) de nuestra propia conducta y perspectiva.   ¿Será esta la razón que las feministas odian tanto la sociobiología?





© 2014 Rodrigo fernos riddick